¿La plenitud viene de las experiencias o cosas externas que logremos?¿Veremos el real significado de la vida si tenemos «esa» cosa o»esa relación» anhelada?
En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó:—¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía.
(Juan 7:37-39)
Algunas veces me encuentro con personas que están constantemente a la espera que algo externo les suceda que provoque “ese” cambio que necesitan. Es como si estuvieran en una eterna búsqueda del mágico factor externo que les inspirará en la vida, les traerá la paz que necesitan, la felicidad que anhelan, la alegría que siempre han buscado, la plenitud que nunca han experimentado.
Estas cosas externas nos puede ayudar en algún momento a camuflar nuestro vacío interior, pero como dice el poeta Pablo Neruda: «Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.»
Para algunos esta búsqueda de una fuente externa de plenitud se traduce en un estatus económico. Para otros es tener un puesto significativo de trabajo, una relación de pareja ideal (si es que esto existe), una casa soñada, una familia perfecta, o un titulo académico logrado. El tema es que aunque algunos logran alcanzar tal vez una o varias de estas supuestas metas esenciales, al llegar a ese punto se dan cuenta que ese “ algo” no era lo que completaría sus vidas y siguen buscando incansablemente. Otros en cambio, decidirán vivir una vida frustrada sabiendo que “eso” nunca llegará y por lo tanto la resignación (o amargura) es la única vía posible.
Por esto Jesús quiere cambiar nuestro enfoque. En el último día de la fiesta de los Tabernáculos (que celebran los Judíos) Jesús se puso de pie y da una gran declaración a aquellos que están sedientos en la vida ¿no es esa la situación de muchos en nuestra generación? ¿Gente sedienta de aprobación, de amor, de trascendencia?
Jesús esperó este momento más solemne de la fiesta para decir lo siguiente: Los ríos de agua viva vienen desde dentro, no desde fuera. La única manera de encontrar la plenitud de nuestras vidas, de dar con “eso” que andamos buscando es literalmente “ beber” de EL mismo, beber de Jesús. Y Juan, casi usando un pie de página, enfatiza que esta declaración se vincula con el Espíritu Santo que reciben los que creen en Jesús.
Ríos de agua Viva brotando desde nuestro interior. No por medio de algo externo sino en base a un cambio interno que en si mismo producirá vida. ¿Cómo se experimenta esto?: Entendiendo el principio básico que está presente en todo el evangelio de Jesús: Para encontrar la vida hay que perderla. No podemos lograr la plenitud de la existencia si pretendemos aferrarnos a ella como algo que nos pertenece.
No hay nada de malo en querer tener una buena relación de pareja, un buen pasar económico, un buen puesto de trabajo, etc. Sin embargo, si crees que al poseer eso lograrás dar con punto más pleno tu vida estás viviendo en un autoengaño que en algún momento se derrumbará.
Dios nos diseñó para ser dependientes de El (y este principio choca con nuestra idea individualista que nos ha enseñado el mundo moderno) Por esto cualquier cosa, lugar, experiencia o persona que trate de suplir esta relación primaria con el Creador sólo será un anestésico paliativo pero no el remedio para nuestra necesidad de trascendencia más profunda.
¿Qué significa entonces poner la fe en Jesús para experimentar sus Ríos de Agua Viva que fluyen desde nuestro interior? Esencialmente que dejes de esforzarte por encontrar “eso” que tanto buscas en algo externo y en cambio déjate encontrar por Jesús. Verás que en una relación sincera con ÉL, poco a poco, sin apuros, sin empujones, comenzarás a comprender y a experimentar que el verdadero sentido de plenitud proviene de descansar en la confianza de que es El quien tiene el control de tu existencia y no tu.
Algunas ideas para avanzar en este camino:
- Piensa en aquellas cosas que tienes (o no) o relaciones en las que estás involucrado (o no) y que estás actualmente tratando de controlar desesperadamente ¿Están estas cosas o relaciones robando tu paz?¿Por qué te importa tanto controlarlas?¿Qué creencias hay “bajo la superficie” de esta necesidad de control?
- ¿Estás enojado(a) con Dios porqué no te da “eso” que necesitas (o que crees que necesitas)? ¿Crees que posiblemente ese enojo o rabia contra Dios este demostrando una falta de rendición a El en esa área específica?
La sed de nuestra vida sólo se sacia en Jesús.
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