Recordamos el viernes con dolor y gratitud.Celebramos el domingo por la victoria de la resurrección.
¿Y el sábado?
El sábado representa silencio. Representa aquellos momentos de nuestras vidas en los cuales no hay esperanza, sólo hay silencio. El sábado puede simbolizarse también en el paso por el desierto, ese lugar donde no nos gusta estar pero que inevitablemente experimentamos en nuestras vidas. El sábado es el día en donde los recuerdos del día anterior prevalecen. Imágenes de dolor, sufrimiento y angustia. Recuerdos de un funeral, recuerdos de incertidumbre.
¿Estás en un sábado en tu vida?
¿Estás experimentando el silencio de Dios?¿Estás en el desierto?
Aunque no lo veas, aunque no lo percibas, aunque no lo sientas Dios esta obrando bajo el silencio. Aún en la aridez del desierto los Israelitas experimentaron la provisión de Dios día a día. El mana silencioso caía cada mañana, la nube silenciosa les protegía de día y el fuego silencioso les daba calor por la noche.
Mira a tu alrededor en medio de tu sábado, probablemente encontrarás también señales de provisión.
Pero más allá de eso, observa por sobre la colina del silencio. No hay sábado que no termine. No hay silencio que no se rompa.
Dios interrumpió el silencio en el caos de Génesis y trajo orden con su palabra.
Dios interrumpió el silencio en el desierto de Israel y dijo: es tiempo de conquistar
Dios rompió el silencio de toda la humanidad cuando habló redención por medio de Jesús en la cruz.
Y porque Dios rompió su silencio de aquel sábado, puede romper el silencio también en el tuyo.
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